–Tus ojos. –Dijo mientras su expresión se suavizaba un poco.
– ¿Están muy hinchados? –Pregunté preocupada, Lo sabía, debía verme espantosa, él se relamió los labios y negó con la cabeza.
–No, son demasiado expresivos… y hermosos. –Se inclinó hacia mí para darme un cálido beso en la mejilla, mi primera reacción fue esconder mi rostro en su cuello, el dejó escapar una risita, pude sentir su aliento en mi oreja, haciéndome estremecer hasta la punta de los pies. Deposité un tierno beso en su cuello y me volví a enfocar en su mirada, con su mano libre acomodó dulcemente el cabello para dejar libre mis hombros y besarlo sin obstáculos, yo sonreí feliz. Si, estaba demasiado feliz.
Enredé mis piernas con las suyas, una necesidad de sentir su piel me invadió de repente.
—Gracias por aceptar venir esta noche. —El tono de su voz era ahogada.
—Después de lo que te hice pasar hace rato.—Me lamenté de nuevo.
—¡Shh! —Me interrumpió colocando su dedo índice sobre mis labios, mi corazón se detuvo. —Ya olvidémoslo ¿Ok? —Asentí.
Tomó bruscamente mis mejillas y fundió nuestros labios con un movimiento algo violento, pero me gustó, posé mi mano izquierda a su cadera y apreté los puños tomando su camisa y arrastrándolo hacia mí, sus movimientos parecían estar seguros, hasta que una de sus manos se dirigió a mis pechos haciendo movimientos delicados mientras la otra se esforzaba mantener nuestros labios sellados en un profundo beso. Lentamente giró hasta colocar su cuerpo encima del mío, mientras continuaba besándome, enrede mis brazos por su cuello atrayéndolo más a mí. Abrí ligeramente las piernas para que tuviera un poco de apoyo. Pude sentir algo firme rosarme ligeramente, el primer gemido invadió mi garganta, mis manos se fueron bajo su camisa haciéndose una gran muralla entre nuestras pieles, Bill se detuvo para sacársela rápidamente, para luego continuar y hacer lo mismo con la parte superior de mi pijama. Obedecí y alcé los brazos para ayudarlo a retirarla de mi cuerpo, nuestra temperatura corporal había aumentado, pero parecía no funcionar ya que los dos temblábamos a la par. Su miraba era tímida pero decidida a continuar con éxito lo que habíamos empezado, mientras yo estaba atrapada entre su pecho y la cama embriagándome con su respiración, comencé a jugar con su piel, los poros de su espalda fueron despertando uno a uno. De pronto me jaló hacia el haciendo un intento fallido por quitarme el sujetador, lo ayudé un poco dejando libre mis senos, para luego besarlos delicadamente, mi respiración era agitada mi pecho subía y bajaba rápidamente, se separó para deshacerse de sus pants, mientras yo hacía lo mismo pero con la pijama, lo hice rápido ya que no quería estar separada de su cuerpo ni un segundo, Se tomó el tiempo para alzar la sábana y cubrir nuestros cuerpos semidesnudos y atacó de nuevo mis labios, pude sentir miembro despierto. Lo miré a los ojos y una sonrisa retorcida adornó su perfecto rostro. Se dirigió a mi cuello y usando su lengua se hizo camino por mi mentón hasta ponerse como objetivo mis labios. Bajó sus brazos hacia mis caderas y jugueteó con mi panty enredándola entre sus dedos para bajarlas lentamente, luego de hacer eso se detuvo un poco, enfocando su vista hacia otro lado estiró la mano hasta llegar al cajón.
—Espera. —Dijo con un tono ahogado, rebuscó un poco y encontró lo que buscaba. Yo solamente lo miraba, sin decir nada. Agradecí en ese momento al ver lo que tenía en las manos, se me había olvidado por completo el detalle de protegernos ya que había dejado de cuidarme desde la muerte de Matt. Bill terminó con el asunto tirando el empaque plateado al piso de la habitación. Metiéndose de nuevo por las sabanas, ya acostados me tomó por la cintura para continuar con los besos que había interrumpido, rápidamente nuestras piernas se entrelazaron, el giró su cuerpo para quedar en la posición que estaba antes, acariciaba mis piernas suavemente y se detuvo mirándome a los ojos pidiendo permiso para entrar en mí, asentí convencida. Sentí su presión, arqueé mi espalda dejando escapar un gemido reprimido. Bill gruñó un poco, suspiró y me miró.
—¿Estas Bien? —Asentí , no podía emitir sonido, lo besé agresiva dándole un pequeño mordisco a su labio inferior. Las embestidas comenzaron a ser mas rápidas, nuestros cuerpos sudaban, mi cabello se aferraba a mi cara, Bill lo hacia a un lado para no perder detalle de mis expresiones, nuestros gemidos iban acelerando y haciéndose un poco más fuertes… El orgasmo ya estaba anunciado, sentí como mi cuerpo se entumía, Bill emitió un gruñido seco desde su garganta, mientras una explosión invadió mi cuerpo dejándome descolocada, aferré mis uñas en su espalda sin medir mi fuerza.
Un cansancio repentino llegó haciendo que todo mi cuerpo se sintiera como gelatina, me sentía demasiado avergonzada, mi pecho subía y bajaba rápidamente, mi pulso cardiaco comenzaba a normalizarse y mi garganta estaba seca. Me lleve los dedos a mis labios, tratando aún de asimilar sus besos, giré mi mirada y nuestros ojos se encontraron, sonrió con pesar.
—¿Estas Bien?— volvió a preguntar algo preocupado, giré mi cuerpo hacia su dirección.
—Si.—Afirmé con la cabeza dibujé una sonrisa en mis labios.
Una necesidad indiscutible hizo que abriera los ojos de golpe, comencé a acostumbrarme a una sensación rara, frialdad y claridad que se colaba por la ranura de las cortinas, Bill dormía tranquilamente en posición fetal como un bebé. Sonreí de medio lado, era la imagen más tierna que mis ojos han captado, me despojé de las sabanas y una corriente fria me invadió ¿Cómo se me ocurrió traer una pijama tan sugerente? Caminé de puntitas hasta el cuarto de baño, no quise revisar nada, el orden era perfectamente intimidante, así que tomé mi abrigo, ¡Carajo! El frio estaba intenso, de un movimiento inconsciente metí la las manos en los bolsillos de la chaqueta, sentí algo y recordé el sobre abrí los ojos como platos ¿Qué hace esto aquí? Mi corazón comenzó a latir con fuerza, me debatí internamente mirando el sobre que me había dado Brooke ayer.—
Sí, debo deshacerme de esto. –Esbocé en mis adentros.
—Buenos días, Hermosa.—Bill pasó por el umbral de la puerta, caminado decidido hacia mí. Tome el sobre y lo doble por la mitad y lo metí en el pequeño maletín que había llevado con mi ropa, lo miré llena de vergüenza me imagino que era normal sentirse un poco culpable. Tomo mi rostro y me besó cálidamente.
—Buenos días, Bill.—Deslicé mis manos hasta su cintura para abrazarlo cariñosamente, el me abrazo por arriba de los hombros. Un sonido interrumpió el dulce momento. Rebusqué hasta encontrar mi escurridizo aparatito. Era mi madre. Trague costosamente saliva, me había ido sin avisar y no podía justificarlo con una simple nota en el refrigerador.
—¿Hallo?—Comencé con un tono de voz neutro, no quería alterarla.
—¿Dónde estás?—No pude descifrar su tono de voz. Pero me imaginé que estaba disgustada. Bill me miró algo preocupado y salió del cuarto de baño, supuse que era para dejarme sola un momento mientras le daba explicaciones a mi madre.
—Lo siento, estoy donde Bill. Sé que debí de avisarte primero. —Me senté a un lado de la bañera.
—Lo sé, Madison. Sé que eres mayor de edad y que eres responsable de tus actos, pero dejar una nota es de pésima actitud. Me preocupaste.—Soltó un poco más tranquila.
—Lo siento. —Repetí. —Pero ayer en la noche necesitaba platicar unas cosas con Bill y queríamos despejarnos un poco.
—Da gracias que vi tu nota antes que tu padre lo hiciera, se hubiera puesto un poco inquieto, le dije que Bill había pasado por ti muy temprano. —Suspiré tranquila agradecida con ella.
—Gracias, Ma. Prometo llegar temprano a casa. —Dije con agradecimiento.
—Pero recuerda que esto no se quedará sin hablar ¿Ok? —Dijo con un tono de voz sugerente.
—De acuerdo, Lo sé. —Reprimí una risa, mi madre como siempre, mi gran amiga. –Te veo para el almuerzo. —Corté.
Salí del baño y bajé en busca de Bill, al entrar a la cocina Tom estaba con él, vi cómo le daba un pequeño golpe en el hombro y ambos sonreían, Bill se pasó la mano en la zona afectada y me miraron fijamente al entrar.
—Buenos días Madison, ¿Qué tal tu noche? —Tom sonrió burlonamente, mientras le daba un sorbo su café. Bill lo fulminó con la mirada a su gemelo mientras este servía un poco de café en una taza que supuse que era para mí.
—Bastante bien, si es eso lo que quieres saber. —Dije sentándome en medio de los dos, Bill me tendió la taza y me dio un beso fugaz en la sien. —Tengo que llegar a casa antes del almuerzo. —Le informé a Bill, este sonrió tranquilamente y asintió.
Luego del desayuno, Bill me llevó a casa porque tenía una reunión después del mediodía, así que llegaría a la hora que le había prometido a mi madre, después de una extensa e incómoda plática con mi madre, digo incomoda porque revivimos el embarazoso tema del “sexo seguro” subí a habitación a estudiar un poco de teorías y partituras, la semana de pruebas finales estaba por comenzar y quería buenas notas. Bill y yo nos la pasamos en mi casa viendo películas como una pareja normal, decidimos no salir ya que el clima era demasiado frio como para hacerlo. El domingo Bill llegó a casa como a las seis de la tarde después de varias reuniones, mientras yo aprovechaba para estudiar llegó con unos rollos de sushi para que cenáramos los dos, mientras mis padres habían ido al cine.
...
—Buenos tardes.—Entré a la pequeña oficina, asentando mi gran bolso después de un largo día en el conservatorio. Jane estaba con la mirada apagada, con un gran cerro de papeles al su alrededor.
—Hola, Madison.—Exhaló algo fastidiada.—Bill no llegará hasta dentro de unas horas, las reuniones se han acelerado últimamente.—Me acerqué para sentarme en unas de las sillas que estaban cercanas a su escritorio.
—Supongo que no debo esperarlo. —La miré haciendo un mohín. Ella sonrió forzadamente.
—¿Jane? —La miré a detalle, tenía unas enormes ojeras adornando sus ojos negros. —¿Te encuentras bien? —Agachó la mirada rápidamente y continuó con lo suyo. Me sentí mal preguntarle, supuse que no quería hablar de su molestia. Deslizó sus largos dedos por su perfecta y liza cabellera.
—No. —Respondió así sin mas ni mas. Me quedé callada unos segundos, hasta que un largo sollozo salió de su garganta.
—Entonces, ¿Qué es lo que sucede? —Me acerqué a ella tratando que se desahogara conmigo.
—No lo sé. —Sollozó.
—Son demasiadas cosas. —Se explicó claramente.
—Supongo que puedo escucharte y así eso pueda hacerte sentir mejor. —La animé. En verdad era extraño verla llorar así ya que ella era como una chispa de ocurrencias en la oficina de los chicos. Siempre estaba de buenas a pesar de no tener una vida propia.
—No me mal interpretes Madison, pero tengo miedo que alguien mas lo sepa. —Pude darme cuenta que ella no quería que nadie se enterara de lo que sea que le estaba sucediendo.
—No te preocupes Jane, te entiendo. Si necesitas alguien con quien desahogarte puedes contar conmigo. —Tomé un pañuelo desechable de la cajita que tenía en su escritorio y se lo tendí. Ella lo tomó y me dio las gracias con la mirada.
—¿Prometes no contárselo a Bill? —Me cuestionó con urgencia de sacar su frustración. Asentí inmediatamente. —Ustedes están juntos y no me gustaría que este rollo se hiciera mas grande de lo que es para mí.
—Si es importante para ti, no lo haré. —La miré a los ojos, tratando de hacerle ver y sentir en confianza. Ella paso el pañuelo por su nariz fugazmente, se levantó de su escritorio con dirección hacia la puerta y la cerró. Yo me acomodé mejor en mi lugar, para así darle mi entera atención.
—Bueno, supongo que debo de comenzar por el principio.
—¿Recuerdas que te comenté que Tom me había besado ese día que hizo la reunión en su casa? —Asentí. Jane, me había dicho que era un imán para chicos como Tom. —La razón por la que le devolví en beso es porque me gusta, desde antes de trabajar aquí. —Recargó su cabeza con una de sus manos mirando en algún punto muerto del escritorio. —Al otro día del beso, me acerqué para platicar sobre lo que había pasado, pero simplemente se hizo el desentendido y dijo que lo que había sucedido es que con el calor del alcohol a veces el solía hacer cosas así. —Negué con la cabeza tratando de procesar las palabras de Jane. —Obviamente, me hizo sentir pésimo. De ahí su actitud cambió, me ignora cada vez que tiene oportunidad, cuando no tiene remedio y tengo que arreglar algo de sus cosas, se comporta frío y serio. —Abrí los ojos sorprendida, Bill y Tom eran exactamente iguales y tomaban las mismas actitudes, recordé cuando Bill ni siquiera podía soportar mi presencia en una misma habitación.
—Creo entenderte a la perfección, posiblemente es de familia. —Hablé distraída.
—He pensado en renunciar. —Quedé inmóvil , y negué con la cabeza.
—No Jane, no vale la pena renunciar por eso. Si es el trabajo que realmente quieres, no por algo así tienes que dejarlo. —Ella asintió.
—Lo mismo pensé, mi hermano les habló de mi para que me dieran el trabajo, que no puedo fácilmente dejarlo así. —Exhaló de golpe. —Supongo que mis padres estarían preocupados si regreso a la agencia de modelos. —Me aturdieron sus palabras.
—¿Modelo? —Pregunté sorprendida, ella asintió.—Siempre me pregunté que serías una modelo excelente, pero no sabía que ya habías pasado por ahí. —Ella asintió de nuevo.
—Vengo de una familia de doctores, supongo que debí de seguir con la línea. Pero no lo hice. —Se cortó un segundo y continuó al verme la expresión de sorpresa en mi rostro. —Nunca estuve interesada en la medicina como mi hermano mayor. Al contrario, me fascinaba siempre estar en la organización de eventos en la escuela. A los dieciséis, me ofrecieron un contrato de una marca de ropa no muy conocida. De ahí, mis padres aceptaron mi decisión de ir a una agencia, hasta que los verdaderos problemas comenzaron. Padecí Anorexia nerviosa. —Pude sentir el sufrimiento en sus palabras. —Me internaron en una clínica para gente con desordenes alimenticios, fueron los peores meses de mi vida. —Pasó el pañuelo por sus ojos. —Meses después mi hermano conoció a Bill, es su cardiólogo de cabecera. —Palidecí
¡Oh por Dios! Esto no puede ser verdad. ¿El hermano de Jane operó a Bill?